Desde que comencé en el mundo de la fotografía, he probado muchas herramientas de edición, pero hay una que ha sido mi compañera constante a lo largo de los años: Adobe Photoshop. A pesar de los cambios en el mercado y las nuevas alternativas que han surgido, Photoshop sigue siendo mi herramienta principal, no solo por costumbre, sino porque realmente me permite tener el control absoluto sobre cada detalle de la imagen.
Photoshop: una herramienta en constante evolución
Photoshop ha recorrido un largo camino desde las versiones más básicas que usábamos hace una década. Hoy, es mucho más que un programa de retoque: es una plataforma creativa extremadamente potente que permite trabajar desde edición fotográfica avanzada hasta composiciones complejas, diseño gráfico o incluso animación.
Lo que más valoro de Photoshop es su precisión y flexibilidad. Puedes retocar piel a nivel de píxel, trabajar por capas con máscaras, hacer ajustes selectivos o incluso aplicar efectos cinematográficos con técnicas no destructivas. Cada actualización trae nuevas funciones que amplían aún más sus posibilidades.
Pero lo más notable en los últimos años ha sido la integración de la inteligencia artificial. Las funciones como el relleno generativo, la selección automática de sujetos o la mejora inteligente del detalle han transformado por completo el flujo de trabajo. Ahora, tareas que antes tomaban varios minutos (o incluso horas) pueden resolverse en segundos, y con una calidad sorprendente. Esta IA no sustituye al ojo del fotógrafo, pero sí lo potencia, facilitando procesos técnicos para enfocarse más en la parte creativa.
Una alternativa sólida: Affinity Photo
Aunque Photoshop es mi herramienta principal, también uso Affinity Photo, sobre todo cuando necesito algo más ligero o cuando busco una solución sin suscripciones. Affinity me sorprendió desde el inicio por su velocidad, interfaz limpia y potencia. No es una copia barata de Photoshop, como algunos piensan, sino una aplicación con personalidad propia que cubre perfectamente muchas de las necesidades profesionales: trabaja por capas, tiene herramientas avanzadas de retoque, RAW, HDR, etc.
Lo interesante de Affinity es que ofrece una licencia única de pago, sin ataduras mensuales, lo cual lo convierte en una opción muy atractiva para quienes recién empiezan o no quieren depender del ecosistema Adobe.
¿Y Lightroom?
Aunque muchos fotógrafos lo consideran indispensable, no uso Lightroom. Prefiero trabajar directamente con Photoshop o Affinity porque me gusta tener el control total desde el inicio, sin depender de catálogos ni flujos predefinidos. Entiendo su utilidad para quienes gestionan grandes volúmenes de fotos o hacen sesiones con muchas variantes, pero en mi caso, el tipo de trabajo que realizo (más orientado a la fotografía profesional y editorial) me exige un nivel de detalle que Lightroom, a mi gusto, no termina de ofrecer.
En resumen, Photoshop sigue siendo mi herramienta principal, ahora más potente que nunca gracias a la inteligencia artificial. Affinity Photo es una excelente aliada, y entre ambas cubren todo lo que necesito en mi flujo de trabajo profesional. Lo importante, al final, no es tanto la herramienta, sino lo que uno es capaz de hacer con ella.