En cada sesión o rodaje donde hay productos brillantes, superficies reflectantes o luz controlada al milímetro, la ropa que llevo puesta no es una elección al azar: siempre visto de negro. No se trata de una moda ni de una identidad visual, sino de una necesidad técnica para que todo salga como debe.
En fotografía comercial, cualquier descuido puede arruinar una toma. Un reflejo no deseado, un rebote de color o una sombra mal colocada puede costarnos tiempo, postproducción o incluso rehacer toda una escena. Por eso, ir vestido de negro es una norma básica para mí.

Juan Antonio Pellicer en el restaurante Zelva situado en el barrio Brasil de Santiago de Chile en enero del 2025
1. Evitar reflejos
Trabajo constantemente con objetos que reflejan: platos, botellas, cubiertos, cristales, metales pulidos, envases con brillo… Si llevo ropa blanca o de colores, es muy fácil que mi figura, o incluso el tono de mi ropa, aparezca reflejada en el producto. Ir de negro minimiza ese riesgo: el negro no rebota luz y prácticamente desaparece en la escena.
2. No contaminar el color de la escena
Cuando hay luces suaves, fondos blancos o rebotadores, la ropa de colores puede teñir sutilmente el ambiente, especialmente si me estoy moviendo cerca del set. Esa contaminación cromática, aunque no siempre se nota a simple vista, puede afectar los tonos del producto, del fondo o de los accesorios de escena. Vestido de negro, evito introducir información no deseada en la imagen.
3. Poder usar el cuerpo como barrera de luz
Muchas veces uso mi propio cuerpo para bloquear luces no deseadas. Por ejemplo, si una luz está derramando sobre una parte que quiero mantener en sombra, me puedo colocar estratégicamente para evitarlo. Vestido de negro, mi cuerpo actúa como una especie de bandera o “negra” improvisada. Esto es útil cuando necesito ajustar algo rápido sin mover modificadores grandes.
4. Permanecer invisible cuando es necesario
En espacios reducidos o sets donde hay espejos, pantallas, líquidos o cualquier superficie reflectante, es habitual que esté muy cerca de la escena. Vestido de negro, paso desapercibido y evito salir en reflejos o ensuciar el encuadre. Cuanto más invisible soy, mejor fluye el trabajo.
En definitiva, no es una cuestión estética. Vestir de negro es una herramienta más, igual que una luz bien colocada o una cámara calibrada. Me permite trabajar sin interferir, mantener el control de la escena y asegurar que el resultado final sea limpio, profesional y sin sorpresas.